En el transcurso de la Asamblea Ordinaria de Escuelas Católicas del año 2007, Inmaculada Tuset Garín fue elegida presidenta. Esta religiosa de Jesús María ha desempeñado distintas tareas dentro de su Congregación, siendo en la actualidad Superiora de la Provincia de Aragón. Apasionada de la educación, tiene muy claro lo que tiene que ser la Escuela Católica y qué puede aportar a la sociedad en la actualidad y ante una situación complicada. Queremos agradecer su disponibilidad para atendernos.
- ¿En qué situación se encuentra la escuela católica en España en la actualidad?
No es ajena a la realidad social, económica y política, por lo que está afectada por varios temas: la nueva ley de educación (LOMCE) que plantea un nuevo sistema y tipo de enseñanza; el debate y la contraposición con la red pública, siendo como son dos redes complementarias que deben garantizar la libertad de los padres o tutores para elegir el centro educativo para sus hijos, tal como contempla la Constitución; los recortes económicos, estatales y autonómicos, en la financiación de este servicio; los movimientos sindicales en un momento de alto índice de paro; el alto porcentaje de abandono y fracaso escolar; la necesidad de atender al alumnado con mayores necesidades educativas, sea cual sea su causa; los cambios rápidos provocados por la extensión de las nuevas tecnologías; la necesidad de recuperar los valores éticos; la llamada de la Iglesia a ahondar en la fe y al reto de la Nueva Evangelización; la necesidad de profundizar en nuestro carácter propio y de formara nuestros colaboradores laicos en lo esencial de nuestra misión compartida. Como se ve, son muchos los frentes abiertos que hay que atender simultáneamente.
- ¿Qué puede suponer para los Colegios católicos el problema de los conciertos en Andalucía?
Nos plantea una seria posibilidad de permanencia a bastantes Instituciones. Por otro lado nos puede hacer muy difícil mantener nuestras opciones prioritarias: ser escuelas evangelizadoras e inclusivas. Priva a un número elevado de alumnos beneficiarse de algo que es un derecho y que, hoy por hoy, es también una oferta de calidad, de innovación y de educación integral. Nos pide trabajar unidos. No revindicamos “nuestro centro”, sino un derecho de todos, y por tanto debemos hacerlo como Institución y como Iglesia.
- ¿Cuales son las líneas de actuación que se deben potenciar desde la escuela católica de cara al futuro?
La primera, aquello que nos identifica: nuestro ser católico. Somos células vivas de la Iglesia y por ello, con nuestra vida debemos manifestar y anunciar a Jesús y su Buena Noticia. Nuestras personas, la organización, el ambiente, la pedagogía, y todo debe “oler” a la vida de Jesús: coherencia con la fe en un Dios Padre, actitudes de servicio, bondad, ternura, capacidad de desarrollar todo lo bueno que hay en cada persona que se acerca, atención a las realidades que nos rodean, especialmente los más necesitados, en el orden que sea. Nuestras escuelas deben ser ámbitos de vida, deben ayudar a crecer a todo el alumnado en todas sus dimensiones: intelectuales, afectivas, sociales y trascendentes, dándoles aquellos valores y herramientas que favorezcan el sentido de la vida.
Ante una población plural que acude a nuestros centros se nos pide una actitud tolerante y a la vez consecuente con nuestro ser. Como Jesús estamos llamados a invitar, no a imponer.
También han de favorecer la participación de los miembros de la comunidad educativa: padres, personal, colaboradores.
En la sociedad actual nuestros alumnos necesitan nuevas competencias para el siglo XXI. Los métodos tradicionales no logran conectar con esta generación proactiva, multitarea, ultrarrápida, interconectada. Debido a la irrupción de las tecnologías social media, la creatividad se ha convertido en el gran valor que ha provocado nuevas experiencias emprendedoras, nuevas iniciativas de inteligencia colectiva que es necesario conocer.
En este momento y de cara al próximo Congreso que celebraremos en noviembre, nos proponemos un modelo que apuesta por el cambio basado en cuatro ideas-fuerza: ser instituciones creativas y ayudar a nuestros profesores a ser y formar creativos preparados para afrontar un futuro incierto; crear nuevas redes de colaboración, porque nunca seremos más inteligentes y eficaces como cuando trabajamos desde los equipos creando un proyecto común; lograr una escuela emprendedora que forme emprendedores; y reforzar el valor de la escuela católica desde su sentido evangélico.
- Desde hace tiempo se está apostando desde Escuelas Católicas por la innovación pedagógica en diferentes campos, ¿qué pueden aportar los colegios católicos a la sociedad actual?
Creo que la intuición pedagógica de nuestros Fundadores nos da muchas claves. Si repasamos sus vidas nos damos cuenta de que supieron leer los signos de su tiempo y dar respuestas adecuadas a ello. Fueron pioneros en métodos, en procesos, pero sobre todo atendieron a aquellos que más necesitaban de Dios y de dignidad humana. Buscaron la manera de hacer digna la vida de niños/as y jóvenes y supieron encontrar los resortes de las personas a través de algo que se llama AMAR. Así que lo primero que podemos y debemos aportar a nuestra pedagogía es un plus de amor, bondad y ternura. No es condescendencia, sino acompañamiento cercano, cálido. Un acompañamiento ligado a la firmeza y a la aceptación de los límites.
Ante una sociedad que pierde valores humanos, ahondar en aquello que significa vivir en la verdad, en la coherencia, en la honestidad, ser capaces de solidaridad, de hacer un desarrollo sostenible y para todos. Trabajar el esfuerzo personal y la capacidad de dar lo mejor de modo gratuito, sin ambición de poder y sin competitividad agresiva, que no respeta al otro, sino que lo pisa. Son valores que no deben perderse dentro de la pedagogía.
Por otro lado para responder a la sociedad cambiante y rápida hemos de favorecer aquello que desarrolle y capacite la movilidad, las inteligencias múltiples, el manejo de las nuevas tecnologías, el plurilingüismo, la sensibilidad por el planeta y sus recursos, una globalización que no discrimina, sino que aúna e iguala las oportunidades.
Y sobre todo una pedagogía de la cercanía, del salir hacia el alumnado, de la comprensión de sus valores y motivaciones y de la esperanza en lo que la otra persona puede llegar a ser con nuestra ayuda.
Como veis son muchos los retos y los frentes que tenemos delante los educadores católicos. Creo que mantenemos la ilusión, el coraje y sobre todo la esperanza, porque confiamos en que estamos embarcados en esta tarea con un buen capitán y timonel: el Maestro Jesus de Nazaret. Y no vamos solos, sino que nos acompaña el Espíritu, que nos une como cuerpo eclesial y nos abre hacia los demás. Y contamos además con una mano de mujer, la de María, que sabe estar silenciosa y disponible, detecta las necesidades e intercede ante su Hijo adelantando la hora. De este modo podemos seguir caminando y arriesgando para que otros tengan vida y felicidad.