SUEÑOS Y HORIZONTES
La misión transita entre luces y sombras, a golpes de gemidos y esperanzas. Entre el sueño de Dios y el horizonte ofrecido por Jesús: el Reino. Sueño de Dios, armonía del paraíso… sueño roto, “pobre Adán” en búsqueda de sentido, sediento de plenitud. Fracturas humanas necesitadas de reconciliación. Y en el horizonte Jesús resucitado, como necesario amanecer de un futuro nuevo. “He venido para que tengan vida en abundancia…” (Juan 10, 10)
“Como el Padre me envió así os envío yo…” (Juan 20, 21) a nuestro mundo con dolores de parto y sed de vida. Y en su interior el Espíritu oculto y trabajando. La misión: escuchar los gemidos inefables del Espíritu, Viento de amor y libertad, que nos empuja.
METÁFORAS
Las metáforas -maneras simbólicas de hablar de la misión- han desempeñado históricamente un papel importante en la comprensión popular de la misión.
Imágenes pasadas centradas en la conquista, la expansión, la extensión, el crecimiento cuantitativo…ganar almas para Dios, expandir la Iglesia.
¿Cuáles son o deben ser las metáforas que hoy den forma a nuestra imaginación creyente e inspiren nuestro compromiso con la misión?
Metáforas que expresan los cambios de sensibilidad en la reflexión sobre la misión y en la manera de vivirla.
INCERTIDUMBRES Y BÚSQUEDAS
Un mundo desaparece -un cambio profundo y doloroso de época- y no acertamos a ver, a plasmar los rasgos del nuevo, de otro posible, del soñado y deseado. Una humanidad en la que el proceso enormemente ambiguo de la globalización produce tendencias contrapuestas: sufrimientos y posibilidades. El mundo entero interconectado, interdependiente y al mismo tiempo desestructurado, herido. Homogeneización y fragmentación. El espacio se reduce y hasta el tiempo y surgen nuevos muros, abismos que se ensanchan. La riqueza de unos pocos hace violencia a una gran mayoría. Riqueza y violencias dolorosamente interdependientes.
Y ¿nosotros? ¡Cuántos miedos, incertidumbres, búsquedas en nuestras existencias de consagradas y consagrados!
La misión es anterior a la Iglesia, hace que seamos Iglesia; “no es la Iglesia la que tiene una misión sino la misión la que tiene una Iglesia” (Adrián Hastings). Y cuando la Iglesia se cierra languidece, por eso la misión es el éxtasis de la Iglesia porque la lleva fuera de sí, de sus muros, de sus certezas, de sus dogmas, de todos los cenáculos del miedo. El Espíritu del Resucitado disuelve muros… y miedos.
La identidad de la Iglesia está vinculada a la misión, la va descubriendo en la medida en que se abre y atraviesa fronteras, en la medida en que sale y peregrina viviendo en situación de éxodo o de diáspora, al servicio del Reino.
¿Qué teología de la misión? ¿Cómo vivir la misión? En estos tiempos que nos ha tocado vivir, cargados de desafíos, de búsquedas, de incertidumbres, de promesas, de tanteos y esperanzas, desde el área de Misión y Cooperación queremos ser una invitación discreta a mantener viva y despierta la apertura, la disponibilidad de mente y de corazón, la inquietud por la misión universal de la Iglesia. Para más información pinche aquí
CAMINAR CON ESPERANZA
Y vivir la cooperación misionera en sus distintas dimensiones (espiritual, personal, material) al servicio de la comunión entre Iglesias y de los pueblos a los que somos enviados; una cooperación digna y fraterna, crítica y lúcida que favorezca y promueva la dignidad de las personas. Esta tarea de promover la cooperación relacionada con la misión ad gentes nos pone en contacto con otras personas, plataformas, instituciones que están también implicadas en labores de misión y cooperación. Por eso el área se hace presente y participa de las actividades de REDES. Para más información pinche aquí
La animación misionera actúa como una interpelación a seguir atravesando fronteras, a discernir los retos y desafíos con que nuestro mundo complejo y en profunda transformación interpela a nuestras Iglesias y a la Vida Religiosa en su conjunto, teniendo como horizonte el Reino. Por ellos la misión es manantial de esperanza que nos renueva.